Por: JUAN CARLOS CARVAJAL GOMEZ

La logoterapia, es una escuela de la psicología que ayuda a las personas a descubrir el sentido de su vida. Ésta escuela, fundada por Víctor Frankl, prisionero en los campos de concentración, tiene amplias aplicaciones debido a la idea de hombre que propone.

Para la Logoterapia, la motivación fundamental del ser humano es encontrarle sentido a la vida, ¿podemos por tanto encontrarle sentido también al trabajo? si sabemos el para qué de nuestro trabajo, ¿podríamos encontrar una motivación insospechada para hacerlo mejor?

La propuesta de este blog es justamente esa, que parte de nuestra tarea desde el punto de vista empresarial, tanto en el papel de  trabajadores, como en el de empresarios, es ayudar a compañeros y subalternos a encontrar el sentido de aquello que se realiza, de aquello que se hace para vivir.

Isola en el 2005 Propuso una clasificación en 4 tipos de lo que significa lo que se hace y la relación con la producción económica. En esta clasificación se relaciona el empleado y el desempleado, con el ocupado y el desocupado.

Ocupado

Desocupado

Empleado

Empleado Ocupado Empleado Desocupado

Desempleado

Desempleado Ocupado Desempleado Desocupado

Empleado es aquel que recibe una compensación por lo que hace, desempleado es quien no recibe compensación económica, Ocupado es aquel que encuentra significativa su labor y desocupado quien no tiene una labor significativa para desempeñar.

En este orden de ideas, un desempleado desocupado, es quien no tiene ninguna actividad que le genere una compensación económica, ni una que le resulte significativa para su vida. Un desempleado ocupado es quien no recibe una compensación económica por lo que hace pero tiene una actividad vital que le resulta importante y significativa.

Un empleado desocupado, es quien recibe una compensación económica, pero esta actividad no le aporta significado a sí mismo ni a su vida, y un empleado ocupado es quien recibe dinero por lo que hace y ello le genera sentido y significado a la vida.

Un ejemplo de un desempleado desocupado, es quién, debido a la pérdida de su trabajo o a otras situaciones, se encuentra sin ingresos económicos y en un estado de depresión tal que no encuentra nada que le resulte interesante o productivo, ésta persona se ve a sí misma como fracasada y sin esperanza.

Un desempleado ocupado, por otra parte, es por ejemplo, un voluntario en una fundación, un religioso que trabaja como misionero, o un ama de casa que se dedica a sacar adelante sus hijos y su familia. Estas personas no reciben una compensación por su trabajo, pero sienten que hacen la diferencia en el mundo con sus vidas. Sus vidas tienen propósito y misión y ello les da una motivación tan poderosa como para soportar las mayores dificultades que se les puedan presentar.

Un empleado desocupado, es por ejemplo, el vendedor de una empresa que esta “escampando”, esperando conseguir un mejor trabajo, pues está aburrido con lo que hace, o aquel empleado a quien oímos constantemente decir cosas como “si yo tuviera plata no me aguantaría a mi jefe”, “no veo la hora de poner mi propio negocio y mandar a todo el mundo al diablo”, “si yo hubiera estudiado, no estaría haciendo esto” y tantas otras cosas, es el empleado que, no importa lo bien que gane, siempre está descontento y haciendo mal ambiente, pues siente su vida frustrada debido a que su trabajo no le aporta ningún sentido a su vida.

Por último, un empleado ocupado, es por ejemplo el profesor que, aunque no gane mucho es feliz con su carrera debido  a que ve como cambia la vida de sus alumnos, o un médico que se siente muy satisfecho al poder ver la mejoría de sus pacientes y además vive de ello. También la secretaria que entiende su trabajo como la tarea de ayudar a su jefe y a sus compañeros a hacer crecer una organización que considera su familia.

Esta clasificación, tiene en cuenta el tema central de la logoterapia, la motivación derivada de encontrar un sentido en la vida. Quienes han tenido la oportunidad (la bendición dirían algunos) de hacer aquello que consideran que es la tarea de su vida y vivir de ello, saben que es el mayor motivador, y que impulsa a las personas a ser creativas, a ser proactivas y a estar siempre dispuestas a mejorar aquello que hacen.

Pero, ¿este sentido es dado desde afuera?, ¿el empresario, el jefe de recursos humanos u otra persona puede darle sentido al trabajo de un empleado? la respuesta es no, nadie puede decirte cual es el sentido de tu trabajo, como nadie puede decirte cual es el sentido de tu vida.

El sentido del trabajo debe ser descubierto por la persona, es la tarea trascendente de cada uno de nosotros, una tarea que no lleva a encontrar nuestro lugar en el mundo y una tarea que nadie más puede hacer por nosotros.

Así como no es posible digerir la comida por alguien más, no podemos obligar a alguien a dar lo mejor de sí en una situación. Podemos, sin embargo, como ha sido tradicional, obligar o coaccionar a las personas para que hagan el MÍNIMO necesario en su trabajo, pero el crecimiento y sostenimiento de la empresa en el tiempo no se alcanza con el desempeño mínimo, sino con el desempeño sobresaliente.

Como lo habíamos hablado en el artículo anterior, las estructuras, objetivos, y procesos de una empresa son claves para el desempeño. Es frente a estos elementos que el hombre debe esforzarse para encontrar sentido en lo que hace, y, si bien el jefe no le puede mostrar el sentido del trabajo al subalterno, si puede facilitar los espacios y las estructuras que le ayuden en ésta búsqueda. El papel del empresario, del jefe, es un papel de facilitador no de predicador del sentido.

Podemos decir que los diferentes trabajos, tienen diferentes sentidos, no solo por su propia naturaleza sino por el ajuste que hay entre estos trabajos y el sentido de vida de cada una de las personas.

Así, podemos hablar de un sentido directo, cuando se deriva del resultado de la acción del trabajo mismo (un medico que salva vidas, un vendedor que ayuda a alguien solucionar una necesidad urgente), o de un sentido indirecto, cuando es la meta externa a la labor la que muestra el sentido (lo hago para beneficio de mi familia, lo hago para ayudar a mi jefe o a la empresa, lo hago para ofrecérselo a Dios), estas dos categorías de sentido, nos pueden guiar en posibles estrategias.

Si el sentido es directo, debemos, desde recursos humanos, favorecer que las estructuras, los medios y las estrategias de trabajo, den a las personas la posibilidad de hacer su trabajo lo mejor posible.

Si el sentido es indirecto, desde recursos humanos debemos fortalecer las dimensiones personales y familiares tanto como nos sea posible.

Ayudar a alguien a encontrar sentido en su trabajo, implica ayudarle a percibir las cosas diferente, a responder la pregunta del “¿para qué?”, en lugar de la pregunta del “¿por qué?”.

Un ejemplo, si una persona se pregunta “¿por qué me habrá dado cáncer de pulmón?” la respuesta probablemente sería, “porque me fumo 2 paquetes diarios de cigarrillos desde los 14 años”. Y esto no nos daría muchas luces en el asunto, ni cambiaría nuestra experiencia de la enfermedad o nos daría nuevas posibilidades.

Al preguntarse “¿Qué debo aprender de esto, para que me pasa esto?”, la respuesta podría relacionarse con “para servir de modelo a los jóvenes” o “para dejar de depender de las cosas y pensar en mi” o muchas otras, lo cual, si bien no elimina el cáncer, permite vivirlo desde una perspectiva diferente al “pobrecito yo” al que nos llevaría el porqué.

Esta reflexión nos permitirá, en un próximo artículo, consolidar las propuestas que nos lleven a ayudar a que las personas logren encontrar sentido en su propia labor.